Alteraciones del sueño en un niño

El comportamiento del sueño está determinado socialmente, y los problemas pueden definirse como desviaciones de los hábitos o normas generalmente aceptados. En una sociedad donde es común que los niños duerman separados de sus padres en el mismo hogar, los problemas de sueño se encuentran entre los problemas más comunes que enfrentan padres e hijos. Un niño suele acostumbrarse a un patrón de sueño diurno-nocturno entre los 4 y los 6 meses.

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Causas de los trastornos del sueño en los niños

Los trastornos del sueño en niños mayores de esta edad se manifiestan de diversas formas, como dificultad para conciliar el sueño por la noche, despertares nocturnos frecuentes, somnolencia diurna atípica y dependencia de la alimentación o de que los carguen para conciliar el sueño. Estos problemas se relacionan con las expectativas de los padres, el temperamento y los ritmos biológicos del niño, y la interacción entre padres e hijos. Los patrones biológicos innatos desempeñan un papel determinante en los niños durante el primer año de vida, mientras que los factores emocionales y los hábitos establecidos cobran mayor importancia en los niños mayores. Además de lo anterior, los trastornos del sueño se vuelven comunes a los 9 meses y nuevamente alrededor de los 18 meses, cuando se observan la ansiedad por separación y la ansiedad ante extraños, la creciente capacidad del niño para moverse de forma independiente y controlar su entorno, una larga siesta por la tarde y el juego estimulante antes de acostarse.

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¿Qué hacer si un niño tiene un trastorno del sueño?

Anamnesia

La historia clínica se centra en recopilar información sobre el entorno de sueño del niño, la regularidad de la hora de acostarse, los rituales para dormir y las expectativas de los padres. Una descripción detallada de la rutina diaria del niño puede ser útil. Se debe revisar la historia clínica para detectar factores estresantes en la vida del niño, como dificultades escolares, exposición a programas de televisión traumáticos o consumo de cafeína u otras bebidas. Un historial de horarios de acostarse irregulares, un entorno de sueño ruidoso y desorganizado, o intentos frecuentes del niño de manipular a los padres mediante el comportamiento del sueño pueden indicar la necesidad de una intervención en el estilo de vida. Un nerviosismo parental marcado puede indicar tensiones familiares o problemas persistentes y complejos con los padres.

Un diario de sueño completado durante varias noches puede ayudar a identificar un trastorno del sueño en un niño (p. ej., sonambulismo, terrores nocturnos). En niños mayores y adolescentes, un interrogatorio minucioso sobre la escuela, los amigos, las preocupaciones, los síntomas depresivos y el estado de ánimo suele revelar la causa del trastorno del sueño.

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Examen, examen de laboratorio e instrumental

Los exámenes de laboratorio y los exámenes instrumentales, por regla general, aportan poca información útil.

Tratamiento de los trastornos del sueño en niños

La función del médico en el tratamiento de los trastornos del sueño es brindar explicaciones y recomendaciones a los padres, quienes deben modificar la rutina diaria del niño para que tenga un patrón de sueño-vigilia aceptable. Los enfoques varían según la edad y las circunstancias. Durante el primer año de vida, se puede calmar a los bebés cambiándolos de ropa, proporcionándoles ruido de fondo y meciéndolos en brazos o en una cuna. Sin embargo, mecerlos constantemente no les permite aprender a dormirse solos, lo cual es un hito importante en su desarrollo. Como alternativa, los padres pueden sentarse tranquilamente junto a la cuna hasta que el niño se duerma, lo que le ayudará a aprender a calmarse y a dormirse sin necesidad de cargarlo. Todos los niños se despiertan por la noche, pero aquellos que han aprendido a dormirse solos podrán hacerlo por sí solos. Si el niño no puede volver a dormirse, los padres deben asegurarse de que no haya razones objetivas para la alteración del sueño y tranquilizarlo, pero luego permitir que se duerma solo.

Para los niños mayores, introducir un período de "descanso" con actividades tranquilas, como leer, antes de acostarse mejora el sueño. Una hora de acostarse fija es importante, y un ritual fijo funciona bien para los niños pequeños. Pedirle a un niño con un lenguaje desarrollado que enumere los eventos del día suele eliminar las pesadillas y el sonambulismo. Fomentar la actividad física durante el día, evitar la televisión y las películas traumáticas y no permitir que la hora de acostarse se convierta en una manipulación también ayuda a prevenir los trastornos del sueño en el niño. Los eventos estresantes (p. ej., una mudanza, una enfermedad) pueden causar problemas agudos de sueño en niños mayores; el apoyo y la tranquilidad siempre son útiles. Permitir que el niño siga durmiendo en la misma cama con sus padres en tal situación casi siempre no resuelve el problema, sino que lo prolonga.