¿Cuál es el inicio de la educación moral y estética a la edad de 1-1,5 años?

En el segundo año de vida, los niños comienzan a desarrollar las condiciones para los sentimientos morales. Por lo tanto, es necesario cultivarlos. Ya les he señalado varias veces que los niños intentan imitar a los adultos en todo. Naturalmente, construyen sus relaciones con adultos y compañeros de la misma manera que ustedes lo hacen con los demás. Los niños reaccionan sutilmente a los matices del estado de ánimo, la entonación y las expresiones faciales de un adulto. Son capaces de impregnarse de las emociones de otras personas, por lo que los adultos no solo deben ser cariñosos con los niños (y también con los demás), amables, sino también equilibrados y tranquilos. El bebé debe sentir que el adulto es su protector, su ayudante, su amigo amable y fuerte. De la compasión por un adulto surge el deseo de ser como él en todo.

Esta etapa de la vida de un niño es muy propicia para desarrollar la compasión. Por ejemplo, si uno de los adultos está enfermo o durmiendo, hay que calmar al niño ruidoso diciéndole: "Silencio, no hagas ruido. Mira, la abuela está enferma. No se encuentra bien y está durmiendo. No la despiertes". Al mismo tiempo, también deberías hablarle en voz baja, recordando que el niño intentará imitarte. Y si tus palabras han calado hondo en el niño, pronto podrá hacerle un comentario a un adulto si hace ruido: "¡Tssss! ¡La abuela está bebiendo!". Si tú u otro miembro de la familia se ha ganado ese comentario, ¡habrás sentado las bases de los sentimientos humanos en el niño! Si un niño vive en un ambiente de amistad y cuidado mutuo entre los miembros de la familia, crecerá siendo benévolo y cariñoso.

En cuanto a la educación estética, debido a las capacidades propias de la edad, aún es muy limitada. Al fin y al cabo, ¡nadie llevaría a un niño de un año y medio a un museo de arte a contemplar pinturas renacentistas! Lo cierto es que la percepción de un niño aún es de naturaleza concreta y objetiva. Aún no puede mirar, escuchar ni imaginar como los adultos. Sin esto, no puede darse el desarrollo estético. Estas habilidades se desarrollan gradualmente. Si una familia toca un instrumento musical, canta, baila e involucra al niño en estas actividades, entonces, naturalmente, su desarrollo estético y su percepción de la belleza se producen más rápido que los de un niño cuya familia no participa en la educación estética.

Los niños que viven en un ambiente musical, bailando, al escuchar una melodía alegre, empiezan a bailar y a sonreír. Empiezan a amar la música. Pero la educación estética no debe limitarse solo a las clases de música.

Es necesario llamar la atención del niño sobre todo lo bello que lo rodea, ya sea en casa o durante un paseo. Estás paseando por el parque y llegas a un parterre. Tómate un momento para agacharte, oler la flor y luego decir: "¡Mira qué flor tan bonita! ¡Y cómo huele! ¡Huélela tú mismo!". Naturalmente, imitándote, el niño mirará la flor, la olerá y dirá: "¡Aahh!", e incluso intentará tocarla. Quizás, si no le hubieras llamado la atención sobre esta belleza, no la habría notado, y si la hubiera notado, no le habría dado mucha importancia. Pero al hacer hincapié, sin darte cuenta, has impartido una pequeña lección de educación estética. Estas lecciones deben impartirse siempre y en todas partes: "¡Mira qué vestido tan bonito lleva la niña!", "¡Mira qué árboles tan bonitos con hojas amarillas!", "¡Mira qué pájaro tan bonito! ¡Qué plumas tan brillantes tiene!". Un niño al que se le muestran cosas, plantas y animales brillantes, hermosos y coloridos, empieza a notarlos antes por sí solo. E incluso empieza, siguiendo tu ejemplo, a llamar tu atención sobre algo bello que le gusta. Este es el comienzo de su desarrollo estético.