Una mujer belga se suicida tras una operación de reasignación de sexo

Hoy en día, muchas cosas son posibles en la medicina moderna, incluso el tema de la reasignación de género no presenta grandes dificultades. Pero en algunos casos, a pesar de todos los esfuerzos, la medicina es impotente. Por ejemplo, esto le ocurrió a una mujer belga llamada Nancy, quien se sentía disgustada consigo misma tras su reasignación de género.

Bélgica es actualmente uno de los pocos países donde el suicidio asistido, es decir, la asistencia para la muerte voluntaria (eutanasia), está regulado a nivel legislativo. Sin embargo, uno de los últimos casos de eutanasia conmocionó incluso a los residentes locales, acostumbrados a este tipo de casos.

A los 45 años, Nathan Fergelst dejó este mundo voluntariamente. No padecía un tipo grave de cáncer, Alzheimer ni esclerosis múltiple, ninguna de las principales razones por las que belgas y residentes de otros países deciden recurrir a medidas tan radicales como el suicidio médico. En 2009, Nathan comenzó el proceso de cambio de género (antes era mujer). De niño, comprendió que el alma de un hombre reside en un cuerpo de mujer. Desde 2009, Nancy se ha transformado gradualmente en Nathan: terapia hormonal combinada con la extirpación quirúrgica de las características sexuales femeninas. La etapa final de su transformación fue la última cirugía plástica de pene, realizada hace apenas unos meses. Sin embargo, contrariamente a todas las expectativas, la dignidad masculina condujo a Nathan a una profunda depresión, de la que nunca pudo salir.

Según la ley belga, Nathan tenía todo el derecho a recurrir a la eutanasia. El otro día, un médico le inyectó a Nathan (Nancy) una droga letal. Antes de eso, Nathan compartió su experiencia con el periódico Het Laatse Nieuws; en concreto, dijo que después de la operación iba a celebrar su segundo cumpleaños, pero que, en cambio, al mirarse al espejo después de la operación, sintió asco.

Según el médico que practicó la eutanasia, Nathan pasó unos seis meses comunicándose con médicos, en particular con psiquiatras. Durante las conversaciones, se estableció que los problemas psicológicos del paciente eran mucho más graves que un trastorno depresivo típico. Nathan sufría un grave sufrimiento psicológico y, por ley, podía recurrir a los servicios de una clínica especializada en suicidio.

En los últimos años, aproximadamente el 2% de las muertes en Bélgica han sido resultado de la eutanasia, y el número de ciudadanos belgas que han elegido dejar este mundo de esta manera ha aumentado un 25% desde 2011.

Según la legislación belga, la eutanasia es posible a petición personal, presentada por escrito, y solo con la condición de que la persona padezca una enfermedad terminal y sufra graves sufrimientos físicos y mentales. Además, el paciente debe ser mayor de edad y no padecer trastornos mentales. Bélgica está preparando varias enmiendas a la ley que regularán el suicidio médico hasta los 15 años. Asimismo, podría permitirse la eutanasia para pacientes con Alzheimer, pero solo con la condición de que todos los deseos documentados al respecto se redacten antes de la pérdida de memoria.

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