Los niños obesos comen más dulces por sus características cerebrales

En la Universidad de California, un grupo de especialistas estudió a niños de entre 8 y 12 años. En el estudio participaron 23 niños, 10 de los cuales tenían sobrepeso y el resto estaban completamente sanos.

Los científicos dieron a probar a niños 1/5 de cucharadita de agua azucarada, y el niño no vio lo que le dieron, prestándose únicamente al sabor. Simultáneamente, los especialistas monitorearon la actividad cerebral de los participantes del experimento. Los científicos también tuvieron en cuenta factores que podrían afectar los resultados finales (por ejemplo, todos los participantes eran diestros y no padecían déficit de atención, síndrome de hiperactividad ni ansiedad). Además, todos los participantes indicaron que les gustaba el azúcar.

Durante escáneres cerebrales, los científicos descubrieron que los niños obesos presentaban una mayor actividad en la corteza insular (amígdala), áreas del cerebro responsables de las emociones, el gusto, la percepción y la recompensa. Un hallazgo interesante fue que la actividad en el cuerpo estriado (otro centro de recompensa) no aumentó en los niños obesos.

En estudios anteriores, los investigadores encontraron que el cuerpo estriado está asociado con la obesidad en adultos, pero que el área no se desarrolla completamente hasta la adolescencia.

Los especialistas no asocian los resultados obtenidos con la sobrealimentación ni con la sensibilidad, sino que suponen que, en los niños obesos, la nutrición probablemente esté estrechamente relacionada con la recompensa. En este caso, se refieren al llamado refuerzo alimentario, es decir, al placer de comer.

Los científicos creen que la predisposición a esto se debe a ciertos circuitos en el cerebro que obligan a los niños obesos a consumir más dulces que sus compañeros.

En otro estudio, los científicos hicieron un descubrimiento inesperado. Resultó que un fármaco utilizado para tratar la hipercinesia por déficit de atención (aumento de la actividad) en niños ayuda a lidiar con un trastorno alimentario como la sobrealimentación incontrolable.

El trastorno por atracón es similar a la bulimia, pero quienes lo sufren no se provocan el vómito. Como resultado, este trastorno provoca la aparición de kilos de más y el desarrollo de obesidad. En algunos casos, las personas rechazan por completo la comida para perder peso, pero al final el peso no solo regresa, sino que aumenta.

Las personas con trastorno por atracón generalmente reciben tratamiento con psicoterapia, diversos programas de autoayuda y grupos de apoyo.

Pero en el Centro Lidner, los expertos recomiendan probar el dimesilato de lisdexanfetamina, que puede ser el primer fármaco del mundo para tratar los trastornos alimentarios, para tratar los atracones.

Expertos realizaron experimentos en los que se comparó el efecto del dimesilato de lisdexanfetamina con el de un placebo. El estudio contó con 514 voluntarios. Los participantes recibieron tres dosis del fármaco: 70, 50 y 30 mg al día. Como resultado, quienes tomaron 50 y 70 mg varias veces por semana prácticamente no comieron en exceso durante el día. La eficacia de 30 mg del fármaco resultó ser nula. Además, en los grupos que tomaron 50 y 70 mg del fármaco, casi la mitad de los participantes lograron controlarse y no comer en exceso durante un mes, mientras que en el grupo que tomó placebo, solo alrededor del 21 % de los participantes lograron estos resultados.

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