Las sopas instantáneas son mortales.

Las sopas instantáneas, repletas de conservantes y potenciadores del sabor, fueron inventadas para la gente hambrienta de África.

Los fabricantes de sopas instantáneas atraen a los consumidores con imágenes de deliciosos trozos de carne, verduras y champiñones. Sin embargo, al abrir el paquete, encontramos algo seco, irreconocible.

Afortunadamente, no se encontraron perros en los almuerzos "de un día". Enviamos cinco muestras de sopa al laboratorio para comprobar si las etiquetas brillantes de los paquetes nos engañaban: "Filete de pollo natural" y "Carne de res". Y aquí está la primera sorpresa: en todas las sopas, los expertos encontraron ADN del tipo exacto de carne que indicaba la etiqueta. El ADN es, por supuesto, bueno. Pero ¿por qué los diminutos trozos marrones parecen algo más que carne? "El fabricante obtiene este producto mediante secado. Las fibras de la carne se destruyen y es imposible determinar la edad de los trozos", afirma Vera Pisareva, directora del Laboratorio de Expertos Independientes. "Es muy posible que estén hechos de carne almacenada durante décadas". ¿Y por qué no probar unos crutones de una vaca sacrificada el siglo pasado?

Pero esto no es lo peor de la riqueza de las sopas. "¿Quieres un sobre de veneno? ¡En mi opinión, basta con echarle todos los ingredientes de una sopa instantánea!" — Alexey Kovalkov, nutricionista y director de una clínica de adelgazamiento, apela al sentido común de los consumidores—. Por lo general, estos productos contienen los más baratos y de peor calidad: aceite de palma (el más dañino de todos, excepto, quizás, el aceite de máquina), fosfatos (que retienen agua en el cuerpo), grasas, colorantes... El glutamato monosódico es muy peligroso: un potenciador del sabor que hace que la comida parezca terriblemente apetecible: engaña al cerebro y al cuerpo.

Una persona que está “enganchada” a estas sopas, después de un tiempo, deja de sentir el sabor del caldo natural; le parece insípido”.

Las sopas instantáneas, repletas de conservantes y potenciadores del sabor, se inventaron para los pueblos africanos hambrientos... "En la composición de las sopas instantáneas, los fabricantes indican colorantes y sabores con la indicación 'idénticos a los naturales'. Esto es pura química, no hay nada natural en ellas", advierte Dmitry Edelev, rector de la Universidad Estatal de Producción Alimentaria de Moscú. La goma guar tampoco es buena para el organismo, ya que es tóxica. "Se realizaron experimentos en Occidente: ratas e insectos se negaron a comer estas sopas. No contienen nada vivo", dice Dmitry Edelev.

Por lo general, el fabricante envasa los condimentos y aditivos en bolsas separadas: si quieres, échalos sobre los fideos; si no, come solo la pasta. Pero hay una trampa. Los inofensivos fideos no son más que carbohidratos rápidos. Y, según la nutricionista, los niveles de azúcar se disparan drásticamente, a lo que el páncreas reacciona con una potente liberación de insulina, y como resultado, podemos desarrollar diabetes tipo 2. "¡No puedes comer esas cosas!", exclama Kovalkov, y cuenta sobre un amigo que terminó en cuidados intensivos por culpa de las "comidas rápidas": "Después de dos semanas de consumo regular de estos alimentos, es muy posible que desarrolles gastritis, gastroenteritis y otras enfermedades del tracto gastrointestinal".

Pero sí encontramos un lado positivo: una de las sopas tenía un cartel que decía: ¡Contiene vitaminas! No lo podíamos creer. «Es posible que estos productos contengan vitaminas», nos despejó las dudas Vladimir Bessonov, jefe del laboratorio de química alimentaria del Instituto de Investigación en Nutrición de la Academia Rusa de Ciencias Médicas. «Se desarrolló una tecnología especial de secado para alimentar a los cosmonautas, que permite conservar sustancias beneficiosas». Un pequeño consuelo, pero aun así.