Del sarampión a la lepra: las enfermedades más y menos contagiosas y el papel del R₀

A cada infección se le asigna un valor llamado R₀ (o "er-nought"), basado en la probabilidad de que una persona enferma infecte a muchas otras personas. Por lo tanto, con un R₀ de dos, cada persona infectada transmitirá la enfermedad a otras dos. Estas infectarán a cuatro más. Y así, el brote se intensifica.

El valor de R₀ indica cómo se propagará una infección en una población. Si es mayor que uno (como se describió anteriormente), la enfermedad se propagará. Si R₀ es uno, el número de personas infectadas se mantendrá estable, y si es menor que uno, la infección tenderá a desaparecer con el tiempo.

Las infecciones circulantes se propagan de diferentes maneras y su contagiosidad varía considerablemente. Algunas se transmiten a través de gotitas o aerosoles, como al toser o estornudar; otras se propagan a través de la sangre, insectos (como garrapatas y mosquitos) o alimentos y agua contaminados.

Si damos un paso atrás y pensamos en cómo podemos protegernos de las enfermedades infecciosas, una lección importante es comprender cómo se propagan. Y, como veremos, no se trata solo de protegerse, sino también de proteger a los demás. A continuación, analizamos algunas de las enfermedades más y menos contagiosas del planeta.

El sarampión es la enfermedad más contagiosa.

En los últimos años, el sarampión ha resurgido en todo el mundo, incluso en países de altos ingresos como el Reino Unido y Estados Unidos. Si bien varios factores contribuyen, la principal razón es la disminución de las tasas de vacunación infantil. Esta disminución se debe a perturbaciones como la pandemia de COVID-19 y los conflictos mundiales, así como a la difusión de información errónea sobre la seguridad de las vacunas.

El valor R₀ del sarampión está entre 12 y 18. Si se hacen los cálculos, dos oleadas de transmisión del primer paciente podrían resultar en la infección de 342 personas. Es una cifra alarmante para un solo paciente, pero afortunadamente el poder protector de la vacunación ayuda a reducir la propagación real al disminuir el número de personas susceptibles a la infección.

El sarampión es extremadamente virulento y se propaga a través de diminutas partículas que se liberan al toser o estornudar. Ni siquiera se requiere contacto directo para infectarse. Es tan contagioso que una persona no vacunada puede contraer el virus simplemente al entrar en una habitación donde hace dos horas estuvo alguien enfermo.

Las personas también pueden ser contagiosas y propagar el virus incluso antes de desarrollar síntomas o tener algún motivo para aislarse.

Otras enfermedades infecciosas con valores altos de R₀ incluyen la tos ferina (de 12 a 17), la varicela (de 10 a 12) y la COVID-19, que varía según el subtipo, pero suele estar en el rango de 8 a 12. Si bien muchos pacientes se recuperan por completo, estas afecciones pueden provocar complicaciones graves, como neumonía, convulsiones, meningitis, ceguera y, en algunos casos, la muerte.

Baja infectividad - alta gravedad

En el otro extremo de la escala, una baja tasa de propagación no significa que la enfermedad sea menos peligrosa.

Tomemos como ejemplo la tuberculosis (TB), donde el valor R₀ varía entre poco menos de uno y 4. Este rango depende de factores locales, como las condiciones de vida y la calidad de la atención sanitaria disponible.

La tuberculosis es causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis; también se transmite por el aire, pero se propaga más lentamente, requiriendo generalmente un contacto cercano y prolongado con una persona infectada. Los brotes tienden a ocurrir entre personas que conviven: en familias, hogares, albergues o prisiones.

El verdadero peligro de la tuberculosis reside en su dificultad para tratarla. Una vez diagnosticada, se requiere una combinación de cuatro antibióticos durante al menos seis meses. Los antibióticos habituales, como la penicilina, son ineficaces y la infección puede extenderse más allá de los pulmones, al cerebro, los huesos, el hígado y las articulaciones.

Además, hay un número creciente de casos de tuberculosis resistente a los medicamentos, en los que las bacterias no responden a uno o más de los antibióticos utilizados.

Otras enfermedades de baja infectividad incluyen la fiebre del Ébola, extremadamente letal, pero que se transmite por contacto cercano con fluidos corporales. Su R₀ se encuentra entre 1,5 y 2,5.

Las enfermedades con los valores de R₀ más bajos (inferiores a uno) incluyen el síndrome respiratorio del Oriente Medio (MERS), la gripe aviar y la lepra. Si bien estas infecciones son menos contagiosas, no deben subestimarse su gravedad ni sus posibles complicaciones.

La amenaza que representa cualquier enfermedad infecciosa depende no solo de cómo afecta al organismo, sino también de su facilidad de propagación. Las medidas preventivas, como la vacunación, desempeñan un papel fundamental, no solo para proteger a las personas, sino también para limitar la transmisión a quienes no pueden recibir ciertas vacunas, como bebés, mujeres embarazadas y personas con alergias graves o sistemas inmunitarios debilitados. Estos grupos también son más vulnerables a las infecciones en general.

Aquí es donde entra en juego la inmunidad de grupo. Al lograr amplios niveles de inmunidad en una población, ayudamos a proteger a los más susceptibles a la infección.